domingo, 30 de marzo de 2008

LA IRRESISTIBLE CAÍDA DE LA REPÚBLICA DE WEIMAR



Hace un par de semanas leí una novela de Eric Ambler (Londres 1998 - 1998) titulada "Epitafio para un espía". Como todas las de Ambler, se trata de una historia excelente, llevada con ágil pulso narrativo y llena de reflexiones políticas de altura. Me sorprendió especialmente su retrato de la socialdemocracia alemana de entre guerras. Todo lo que dice le suena a uno a conocido...

"El problema de la socialdemocracia alemana de la posguerra era que sostenía con una mano lo que trataba de combatir con la otra. Creía en la libertad del capitalismo individualista para explotar al trabajador, y en la libertad del obrero para organizar sus sindicatos y combatir al capitalista. Su gran ilusión era la confianza en las posibilidades ilimitadas del compromiso. La socialdemocracia pensó que podría construir la Utopía dentro de la Constitución de Weimar, que la única concepción política sublime era el reformismo, y que las podridas estructuras económicas del mundo podían ser apuntaladas en su base material procedente de la cumbre. Y lo peor de todo, creía en la posibilidad de enfrentarse a la fuerza bruta con la buena voluntad, como si se pudiese tratar a un perro rabioso acariciándolo. En 1933 la socialdemocracia alemana fue herida fatalmente y murió en rápida agonía".

sábado, 8 de marzo de 2008

REFLEXION



REFLEXIÓN

Sábado 8 de marzo de 2008, día de reflexión. Reflexionemos pues. Sea cual sea el resultado de las elecciones de mañana hay una cosa segura: varios millones de personas van a votar tanto al PSOE como al PP. Esto último da que pensar. El PP ha puesto las cartas sobre la mesa. Ya no hay duda de qué tipo de partido se trata: es de extrema derecha. No hace falta argumentar más sobre el particular, a menos que uno quiera liarse con la corrección política, y los matices de las mentiras. Y este hecho no es algo nuevo. Lo mismo podría decirse de las pasadas elecciones. Lo cual significa que en España hay alrededor de diez millones de personas que no tienen inconveniente en votar a la extrema derecha. Ese es el verdadero problema de este país.
A lo largo de toda la campaña hemos podido leer innumerables artículos de gente más o menos cualificada diciendo que si el PP pierde estas elecciones tendrá que girar hacia el centro, renovar su discurso, bajar del monte, etcétera. No va a ser así. El PP, como todos los grandes partidos, apenas tiene componentes ideológicos. No es más que una maquinaria de poder. Y es precisamente a este tipo de partido al que el electorado español le está demostrando que hay un fuerte caladero de votos en la derecha más extrema. En consecuencia, nadie dentro de ese partido se va a plantear un viaje a ninguna parte. ¿Qué pasaría si por un revolcón electoral el PP decidiera cambiar su mensaje, convertirse en un partido de derecha liberal a la europea? Pues que nacería una corriente a su derecha con grave riesgo de fractura del partido. Nadie dentro de PP quiere eso; significaría perder su condición de partido de gobierno.
Creo que con frecuencia echamos demasiadas culpas a los partidos políticos, como si fueran agentes externos a la sociedad. El problema que tenemos en España no es que el PP sea de extrema derecha. También lo es Falange y grupos similares, y ello no representa ningún dolor de cabeza al sistema. El problema real es que hay diez millones de personas que votan a la extrema derecha con total conocimiento de causa. Y, dicho sea de paso, no podía ser de otra manera. Tras cuarenta años de franquismo, éste es el legado que nos queda. ¿O creíamos que nos iba a salir gratis dejar que el dictador muriese en la cama?