lunes, 22 de septiembre de 2008

EN EL PUNTO DE MIRA



Al único profesor de economía que tuve en la universidad le escuché una esta verdad de perogrullo: "El dinero no es la riqueza; es la representación de la riqueza". Esta frase tan simple explica por si sola todo el tinglado económico que estamos viviendo.

El dinero, en efecto, no tiene un valor intrínseco, sino que solo hace referencia al valor de cosas reales: materiales, bienes manufacturados, bienes inmuebles, etc. Lo malo de nuestro tinglado social y económico es que hay mucho dinero en circulación que no tiene ese referente real. Es el dinero "corrupto" que procede de intereses crediticios y demás maniobras financieras. Lo que ha sucedido en EE.UU. -y por extensión en el resto del mundo- es que durante años se ha dejado crecer una descomunal bolsa de dinero irreal que se han ido pasando de una a otra las grandes corporaciones financieras. Tanto se ha hinchado el globo que ha llegado el momento en que la realidad económica no podía soportar el desfase provocado por ese dinero sin referentes de riqueza alguna. De ahí que la única manera de solventar la crisis consista en que el Estado se coma el marrón, esto es, que compre con dinero auténtico los valores ficticios con que estaban jugando las financieras.

Esta auténtica operación de lavado de dinero se justifica diciendo que si no se hiciera así, el sistema entraría en colapso, y es cierto. El sistema capitalista tiene dentro su propia trampa, y si no se acepta, no puede seguir funcionando. El crecimiento constante y la optimización ilimitada de los beneficios son inherentes al sistema. Lo malo es que no entran dentro de los parámetros de la realidad.

Pero en este juego de verdades y mentiras, de dinero real y ficticio, hay cosas que directamente no se dicen. El desembarco del dinero estatal para salvar el sistema financiero no es una solución. No es más que un parche y, sobre todo, el pago de un chantaje. Lo que nos proponen es lo siguiente: antes de que todo el tinglado del "libre mercado" se vaya al garete, con sus indeseables consecuencias sociales, paguemos a escote las alegrías financieras de esos señores que se han hecho multimillonarios jugando a la ruleta rusa con nuestro sueldo. Esa es la idea subyacente en la intervención estatal. Pero hay más. El trasvase masivo de dinero estatal "limpio" en las empresas corruptas no va a estar acompañado de ningún tipo de sanción a los responsables. No van a devolver el dinero ganado ni a pagar con cárcel sus excesos. El chantaje les sale gratis. Tampoco se van a regular medidas para que esto no vuelva a suceder, por más que digan que si lo harán. Sería del todo imposible que un Estado capitalista pusiera coto al sistema de "mercado libre" porque éste dejaría de serlo. No van por ahí los tiros. Una vez demostrado que este tipo de acciones suponen pingües beneficios sin costo alguno, la situación se repetirá cíclicamente, hasta vaciar las arcas del dinero público. Es la lógica del mercado: sacar cuantos más beneficios sean posibles, sin más miramientos que el propio interés. Esas son las reglas del juego. Quien quiera cambiarlas, que dé un paso al frente; así podrá distinguirlo mejor el francotirador.