jueves, 7 de junio de 2007

PERTURBACIONES



Dice El País: "Un perturbado intenta saltar sobre el vehículo del Papa".
¿Un perturbado? Alguien que se tira al cuello de un canalla es una persona en sus cabales, además de un hombre de bien.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Con tantos perturbados meapilas acercándose por miles a Rat Zinger, este compatriota alemán me parece también de lo más sensato. Pero por si yo he perdido la razón, me gustaría escuchar las razones del feligrés del "pogo". Exijo que se nos dé la razón a ambos, que se nos deje poner una pica en Roma vestidos de Joven Guardia Suizo.

TRANSIDO dijo...

No es creible, viendo las imágenes, que Ratzinger ni siquiera hiciera un gesto para mirar hacia atras.

Si no estaba al tanto de la representación ha demostrado que es un cobarde, por no darse la vuelta y mirar a la cara a su posible asesino, como hizo Cristo en la cruz.

En cualquier caso toda una indignidad por el espectáculo tan tosco y poco creible y por la mala representación del pontífice como víctima.

Necesita unas clases particulares, o que le cambien el asesor del pinganillo.

Anónimo dijo...

El sacerdote Federico Lombardo, vocero del Vaticano, ha asegurado: “Está claro que el muchacho no tenía intenciones de cometer un atentado, sino de protagonizar un acto que atrajera la atención”.

Herostratos destruyó el Templo de Diana en Éfeso para alcanzar la fama póstuma.

Fernando Pessoa escribió: “La celebridad puede ser accidental o fundamental. Un hombre que es asesinado de una forma particularmente misteriosa, se convierte en célebre a causa de su muerte. Si el caso es importante, se puede inmortalizar en la historia como cadáver de interés. No nos interesa la celebridad accidental sino la fundamental por muy injusto que pueda parecer”

Juan Pablo II acertó a hacer su trabajo mejor que Benedicto XVI. Ali Agca fue un gran profesional.

Alice dijo...

Yo creo que era un amiguete, y me vaso en el entusiasmo deportista con el que se lanza a abrazar a Matzinger,pero este responde con gran desprecio, lo que nos confirma la gran verdad del saber popular: "Si quieres saber quien es Pepillo, dale un carguillo".

Alice dijo...

Puff..donde digo vaso, quiero decir baso...(los estragos del vaso..de vino,claro)

Anónimo dijo...

Pues yo miro la foto y no veo agresividad ni drama. Más bien parece uno de esos borrachos que, en San Fermín, se arrojan a los brazos de la multitud desde una fuente. Pero sí veo una gran diferencia entre los beodos de Pamplona y la figura de este puritano entrenado, tan amablemente recogido por los guardaespaldas de la santidad (parece que, con tanta pederastia eclesiástica, la santidad tiende a recelar de las espaldas). En los trompas de San Fermín hay una demostración de fe en el género humano que ya quisiera para sí esa Iglesia de mercachifles que gobierna el banco Ambrosiano. Ese lanzarse a los brazos de la peña desde una fuente, confiando en que una panda de borrachos van a parar la caída, dice más de la fe en el género humano que toda la acción del Vaticano durante décadas. Eso sí es creer en la caridad y el amor al prójimo apostando la propia integridad física. Cuando los curas se arrojen desde los púlpitos empezaré a tomarme en serio el negocio del Vaticano. Mientras tanto, me parece que los protagonistas de esta chorrada son los guardaespaldas, porque su simple presencia es todo un pronunciamiento acerca de la desconfianza en el género humano que sustenta los papados (de papo). Está claro: San Fermín mola más que San Pedro y, si hubiera carreras de santos, San Fermín ganaría por varios cuerpos presentes. ¡¡Viva el vino!!

Y, mirándolo de otro modo: a juzgar por la acción de la Iglesia en el mundo, yo diría que el pervertido, perdón, el perturbado, es el de blanco ¿no?